Pablo es uno de los hermanos que me dio la vida. Nos conocemos desde el año 93 cuando coincidimos para estudiar turismo en Neuquén. Pionero de recorrer la ruta menos transitada, metafóricamente hablando; primero en su bicicleta, luego en su indestructible Renault 9, y más recientemente en su moto; él ha sido una de mis primeras fuentes de inspiración para esta vida viajera.
Uno de mis objetivos en el viaje al sur era conseguir fotos de témpanos en el lago Argentino, los cuales un día pudimos ver desde Calafate. Entonces me sugirió recorrer la ruta provincial 19, que sigue la costa norte del lago hasta que se pierde en las estribaciones de la cordillera de los Andes.
Pablo había venido por esta ruta hacía unos años y recordaba algunos de sus recovecos, como una roca errática depositada hace miles de años por un glaciar y sometida incesantemente desde entonces a los embates de las olas.
Era pleno día cuando saqué la foto y, para lograr el efecto difuminado de una exposición de 30 segundos, usé un filtro ND 3.0 que reduce considerablemente el paso de luz:
Tuvimos que hacer unos cuantos kilómetros más para sobrepasar Calafate y lograr esta foto de los últimos rayos de luz de invierno iluminando la ciudad, en una vista totalmente atípica:
Aún un poco más allá, Pablo comenzó a mencionar lo bien que se veían las Torres del Paine, recortadas al fondo del lago Argentino, así que tuve que parar para lograr esta foto:
Nos rodeaba un paisaje fuertemente influenciado por la erosión glaciaria, con multitudes de rocas erráticas:
Objetivo cumplido
Acá también encontramos lo que vinimos a buscar: los témpanos que se veían desde Calafate. Y también pudimos observar el fenómeno del doble atardecer, cuando los rayos parecieran originarse precisamente del lado opuesto al que provienen:
Le pedí a Pablo que se pare sobre una roca al borde del agua. “No pongas cara de amargo”, le dije en broma antes de disparar. Este lugar era el punto justo donde destacaban dos elementos únicos, un lago con témpanos (provenientes del glaciar Upsala) y los colores singulares del atardecer invernal en el sur:
El crepúsculo se había instalado decididamente, y sumado a la quietud poco frecuente del viento, le daba un aspecto onírico al paisaje:
Pronto llegaría la noche con la promesa del esplendor de la Vía Láctea, el río infinito de estrellas…
Pero eso es parte de una próxima historia.
Muchas gracias por mirar.
Mariano
Maarcillosas Mariano! envidiable tu trabajo! Felicitaciones!!!
Muchas gracias Dora!!
Que belleza !!!!!! Nuevamente gracias por compartir !!!! Felicitaciones !!!
Muchas gracias!!!
Excelentes fotos. Que raro que en invierno halla tan poca nieve por esas latitudes. Saludos Mariano.
Muchas gracias Rodrigo. Esto fue a principios de julio, por suerte luego nevó mucho más. Saludos
TWO roads diverged in a yellow wood,
And sorry I could not travel both
And be one traveler, long I stood
And looked down one as far as I could
To where it bent in the undergrowth; 5
Then took the other, as just as fair,
And having perhaps the better claim,
Because it was grassy and wanted wear;
Though as for that the passing there
Had worn them really about the same, 10
And both that morning equally lay
In leaves no step had trodden black.
Oh, I kept the first for another day!
Yet knowing how way leads on to way,
I doubted if I should ever come back. 15
I shall be telling this with a sigh
Somewhere ages and ages hence:
Two roads diverged in a wood, and I—
I took the one less traveled by,
And that has made all the difference.
Los caminos de la vida…